El dinero no hace la felicidad” pero podemos trabajar por un mundo en donde el dinero sea motivo de alegría y es nuestro desafío reconciliarnos con esta idea si queremos evolucionar y avanzar en nuestro desarrollo personal. Pues si la primera frase es cierta, también lo es que la pobreza tampoco te hará feliz.

Al igual que amar implica el desapego al otro, una relación de prosperidad con el dinero implica valorarlo con el mismo desapego. El principal error es que confundimos desapego a lo material con desvalorización del dinero.  Si hemos decidido habitar este mundo material y recorrer un camino del desarrollo espiritual, no significa que debemos ignorar la presencia  del dinero en nuestra vida. Así como no podemos ignorar que debemos comer, bañarnos, atender nuestros dolores corporales, usar la tecnología para comunicarnos, y que todo esto forma parte de nuestro mundo material, no podemos ignorar que el dinero es parte de la vida que hemos decidido vivir en este plano.

Toma unos billetes en tu mano y conéctate con lo que sientes en tu cuerpo y qué pensamientos comienzan a venir. ¿Te sientes cómodo rozándolo? ¿Sientes que es un foco de infección? ¿Crees que si tuvieras más tus problemas de acabarían?

Reconocerlo e incorporarlo no significa que tu camino espiritual sea menos trascendente, al contrario, cuando reconoces que si el dinero y la prosperidad económica entran a tu vida, puedes contribuir aún más a que este mundo sea mejor, entonces estás conectándote con la esencia amorosa que hay en ti, estás vibrando desde la prosperidad y estás sacando del saco obscuro tu derecho de brillar materialmente y permitir que otros también lo hagan.

¿Cómo reconocer si estás vibrando desde la escasez?

  1. Toma unos billetes en tu mano y conéctate con lo que sientes en tu cuerpo y qué pensamientos comienzan a venir. ¿Te sientes cómodo rozándolo? ¿Sientes que es un foco de infección? ¿Crees que si tuvieras más tus problemas de acabarían? Toma nota de lo que vaya surgiendo y así puedes visibilizar de mejor manera lo que sucede en tu mundo interior.
  2. Recuerda cual era la relación con el dinero de tus referentes más importantes en la vida, identifica que aprendiste de ellos. ¿Vivieron alguna experiencia de la que concluiste que era mejor no tener dinero porque podía traerte problemas? En mi caso por ejemplo, hay historia de traición familiar por herencia, y eso ha sido un legado que he debido sanar porque se me ha transmitido inconscientemente. Nadie quiso específicamente que yo me alejara del dinero, sin embargo esa experiencia fue leída por mí como un “mejor no crear patrimonio para que nadie se traicione en mi familia”
  3. Cuando hablas de tus logros, ¿lo haces bajando los puntos a tus habilidades y lo atribuyes a la suerte? Observa cómo te muestras a los demás: ¿quieres pasar desapercibido?, ¿escondes tu felicidad por temor de que alguien sienta envidia o para no hacer sentir mal a otros? Cuando evitamos brillar le decimos al universo que no somos merecedores.

Crea un hábito de auto observación y aprende de ti mismo y de tu mundo interior para que cuando declares al universo tu prosperidad lo hagas en total coherencia. Si encuentras cosas que sanar, siempre es un buen momento para empezar, no importan tu edad ni el momento de vida en el que te encuentres, la prosperidad no tiene tiempo definido si estamos dispuestos a recibirla.

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